28 de agosto de 2023

Más allá del picor: una exploración sobre qué es la dermatitis atópica, por qué aparece y cómo puedes tratarla y aliviar sus síntomas.

Como barrera e intermediaria con el mundo exterior, la piel tiene la asombrosa capacidad de expresar bienestar, pero también de señalar problemas internos o reacciones externas. La dermatitis atópica es una de esas señales que nuestra piel nos da, un grito de atención que merece ser entendido y atendido.

¿Qué es la dermatitis atópica?

La dermatitis atópica, en su esencia, es una respuesta exacerbada del sistema inmunológico de la piel ante agentes que para muchos podrían ser inofensivos.

Esta reacción se traduce en episodios de inflamación, enrojecimiento y picor, que, aunque se pueden manifestar en cualquier parte del cuerpo, tienen predilección por ciertas áreas como codos y rodillas. Pero no termina ahí. Las personas con dermatitis atópica también suelen presentar sequedad cutánea extrema, descamación y, en ocasiones, fisuras que generan dolor.

Su complejidad radica en que no es simplemente una enfermedad de la piel, sino el reflejo de una interacción de múltiples factores: genéticos, inmunológicos y ambientales. Es una condición que trasciende el ámbito físico, afectando emocionalmente a quienes la padecen, dada su recurrencia y las marcas visibles que deja.

Y, aunque existen otras dermatitis y afecciones cutáneas con características similares, la atópica tiene un sello distintivo en su evolución crónica y ciclos de brotes, que la diferencian y requieren de un manejo especializado.

Dermatitis atópica

Causas de la dermatitis atópica

La dermatitis atópica no tiene una causa única; más bien, es el resultado de una compleja interacción de factores que culmina en la presentación de sus característicos síntomas.

Genéticamente, existe una predisposición clara: si uno o ambos padres han sufrido de dermatitis atópica, hay una probabilidad significativamente mayor de que sus descendientes la desarrollen.

Este factor genético a menudo está relacionado con una barrera cutánea defectuosa, lo que facilita la pérdida de humedad y permite la entrada de alérgenos y agentes irritantes.

Los factores ambientales también desempeñan un papel crucial. Vivir en ciudades con altos niveles de polución, cambios bruscos de temperatura o incluso ciertos alimentos pueden actuar como desencadenantes de brotes en personas predispuestas.

Además, la relación con el sistema inmunológico es indiscutible. En lugar de actuar como un protector, en aquellos con dermatitis atópica, el sistema inmunológico a veces reacciona de manera exagerada a estímulos comunes, resultando en inflamación y lesiones cutáneas.

Manifestaciones en la cara

Aunque la dermatitis atópica puede surgir en distintas partes del cuerpo, en la cara se manifiesta de una manera peculiar. Las mejillas, por ejemplo, son frecuentemente el escenario de brotes que aparecen como áreas rojas, ligeramente inflamadas, y en ocasiones cubiertas con pequeñas vesículas llenas de líquido.

Los párpados, una zona de piel especialmente delgada y delicada, no quedan exentos y pueden enrojecerse y descamarse, causando malestar y, a veces, afectando momentáneamente la visión. La frente, el contorno de los ojos y, en algunos casos, los labios, también pueden verse afectados.

Su aparición en esta zona del cuerpo es especialmente preocupante, no solo por los aspectos físicos, sino también por las repercusiones emocionales y psicológicas que puede generar.

¿A qué se debe la dermatitis atópica?

Aunque ya hemos discutido las causas genéticas y ambientales, es esencial entender que la dermatitis atópica no se debe a un único culpable. Hay otros elementos que pueden desencadenar o agravar la enfermedad.

El estrés, por ejemplo, es un factor importante en la aparición de brotes. En situaciones de ansiedad o estrés prolongado, el cuerpo libera ciertas sustancias que provocan o empeoran la inflamación en la piel.

Además, algunos alimentos o alergias alimentarias pueden estar vinculados a brotes, aunque esto no es universal para todos los pacientes con dermatitis atópica.

Las infecciones, particularmente las cutáneas, también ocasionan un empeoramiento de la dermatitis atópica. La piel que padece este problema es más propensa a las infecciones debido a su barrera cutánea comprometida. Microorganismos como bacterias y hongos pueden colonizar la dermis inflamada y empeorar los síntomas.

Por último, pero no menos importante, los factores hormonales también influyen. Se ha observado, por ejemplo, que algunas mujeres experimentan brotes o agravamiento de la dermatitis atópica durante ciertas fases del ciclo menstrual o durante el embarazo.

Tratamiento de la dermatitis atópica

El abordaje terapéutico de la dermatitis atópica es tan variado como sus causas. Dado que cada paciente puede tener desencadenantes y agravantes distintos, el tratamiento deberá ser 100% personalizado.

Los emolientes y cremas hidratantes son fundamentales y actúan como primera línea de defensa. Al mantener la piel hidratada, se refuerza la barrera cutánea, lo que ayuda a reducir la sequedad, el picor y la susceptibilidad a irritantes. ¡Adquiérelas ya en nuestra farmacia!

Los corticosteroides tópicos han sido durante mucho tiempo el pilar del tratamiento para reducir la inflamación y el enrojecimiento. Sin embargo, deben ser usados con precaución y siempre bajo supervisión médica debido a posibles efectos secundarios.

Recientemente, han surgido nuevos tratamientos como medicamentos biológicos que se dirigen a mecanismos inmunológicos específicos, ofreciendo alternativas para pacientes con casos moderados a graves o aquellos que no responden bien a los tratamientos convencionales.

Además de los tratamientos tópicos y sistémicos, es fundamental abordar los factores desencadenantes identificados, ya sean alimentarios, ambientales o de otro tipo, y considerar terapias complementarias como la fototerapia o el uso de probióticos.

Prevención y autocuidado

Mantener controlada la dermatitis atópica requiere más que solo medicamentos y tratamientos. Incorporar hábitos saludables en la rutina diaria puede marcar una diferencia significativa en la calidad de vida de quienes la padecen.

El baño es uno de esos aspectos que merecen especial atención. Optar por duchas cortas con agua tibia y minimizar el uso de jabones previene la sequedad excesiva. Es recomendable usar jabones diseñados para pieles sensibles y, tras la ducha, secar la piel con delicadeza, evitando frotarla enérgicamente. Además, este sería el momento perfecto para aplicar la crema hidratante.

Por otro lado, es vital identificar y evitar desencadenantes. Si ciertos alimentos, productos químicos o tejidos tienden a provocar brotes, lo prudente es limitar la exposición a estos factores.

De igual manera, como el estrés puede actuar como detonador, un buen hábito sería el de incorporar prácticas como la meditación, yoga o cualquier actividad que fomente la relajación y el bienestar emocional.

Finalmente, es fundamental recordar que el autocuidado es solo una parte del manejo integral de la dermatitis atópica. La consulta regular con un dermatólogo y el seguimiento de sus recomendaciones garantizarán un abordaje completo y eficaz para esta afección cutánea.

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