04 de septiembre de 2025
¿Volviste del verano con el colesterol disparado? Empieza hoy a bajarlo con alimentación, ejercicio y suplementos naturales.
Después de unas vacaciones intensas, llenas de comidas improvisadas, helados a media tarde, cenas interminables y brindis con amigos, llega la vuelta a la rutina. Y con ella, la sensación de que algo no está del todo bien. Quizá notas el cuerpo más pesado, digestiones más lentas, falta de energía o ese cansancio que no sabes explicar. Y, finalmente, la analítica confirma lo que ya sospechabas: el colesterol se ha disparado.
No pasa nada. No eres la única persona a la que le pasa. Septiembre es el mes de las sorpresas en las analíticas, porque el verano es época de excesos. Por suerte, no se trata de una sentencia definitiva. Lo que sí es, es una llamada de atención. Porque tu cuerpo te está diciendo que necesita un respiro, que necesita equilibrio. Y eso significa que ha llegado el momento de bajar el colesterol de forma natural y reconducir tu salud.
Si quieres consejos o tienes alguna duda acerca del colesterol puedes consultarnos aquí.
El colesterol: amigo y enemigo a la vez
El colesterol no es un veneno ni un intruso. Lo produces tú mismo porque lo necesitas para vivir. Forma parte de tus células, participa en la fabricación de hormonas y es imprescindible para que tu cuerpo funcione. Sin colesterol, no estarías aquí.
El problema no es su existencia, sino el desequilibrio. Cuando el LDL —el colesterol “malo”— se acumula en las arterias, como grasa que se pega a las paredes de una tubería, empieza a dificultar la circulación. El HDL —el “bueno”— actúa como el barrendero que limpia ese exceso. Cuando este equilibrio se rompe, aparece el riesgo. Puedes conocer qué niveles de colesterol debes tener según tu edad.
Tras un verano de comidas grasas, dulces, alcohol y menos actividad física, es fácil que ese equilibrio se haya roto. Y lo peor es que no duele, no se nota, no avisa. Por eso lo llaman el enemigo silencioso: solo lo descubres en una analítica.
¿Cómo bajar el colesterol?
El colesterol no sube de un día para otro. No es culpa de una hamburguesa puntual ni de un helado en la playa. Es la suma de pequeñas cosas que se repiten hasta convertirse en hábito.
Ese aperitivo con embutido casi cada día, esas copas que empezaron siendo una celebración puntual y se volvieron rutina, esas cenas copiosas a medianoche, ese sofá que ganó más batallas que las zapatillas de deporte. Nada grave por separado, pero juntas forman un cóctel que eleva el colesterol.
Y cuando ves los resultados en el papel, es normal que sientas un poco de culpa. Pero no te quedes ahí. La culpa no baja el colesterol. Lo que lo baja son las decisiones que tomes a partir de ahora.
Volver a la comida que de verdad te cuida
La primera decisión tiene que ver con lo que pones en tu plato. No necesitas una dieta imposible, ni vivir a base de lechuga y agua. Lo que necesitas es volver a la comida que de verdad te cuida, la que tu cuerpo reconoce y agradece.
Llena tu plato de verduras frescas, de frutas de temporada, de legumbres dos o tres veces por semana, de cereales integrales que aportan fibra. El pescado azul, rico en omega-3, es un aliado que no puede faltar. El aceite de oliva virgen extra debe ser tu grasa principal, y los frutos secos crudos, un complemento perfecto en pequeñas cantidades.
Y sí, hay cosas que debes reducir. Los embutidos, los fritos, los quesos curados, la bollería industrial, el alcohol. No tienes que prohibírtelos para siempre, pero sí devolverlos a su sitio: lo ocasional, no lo cotidiano.
La clave también está en la fibra soluble: la avena, las manzanas, las peras, las zanahorias, las lentejas. Esa fibra reduce la absorción de colesterol en tu intestino. Y aunque parezca un detalle pequeño, en unos meses se convierte en un cambio enorme.
El movimiento: tu medicina más barata
La segunda decisión es moverte. El sedentarismo es gasolina para el colesterol. Y la única manera de apagar ese fuego es con actividad física. Pero no te engañes: no hace falta que te conviertas en atleta de un día para otro.
Caminar media hora a buen ritmo, nadar dos veces por semana, sacar la bici del trastero, apuntarte a clases de baile. Lo importante no es la intensidad, sino la constancia. Tienes que conseguir que el movimiento forme parte de tu vida diaria.
Cada paso que das, cada minuto que te mueves, ayuda a que el HDL —el colesterol protector— aumente. Y cuando él sube, el LDL empieza a bajar.
El descanso que nadie tiene en cuenta
Pocas veces se habla de esto, pero dormir mal y vivir con estrés constante también eleva el colesterol. Cuando tu cuerpo no descansa, produce más hormonas que alteran tu metabolismo y empeoran tu perfil lipídico.
Dormir siete u ocho horas cada noche no es un lujo, es una necesidad. Cenar ligero, alejar las pantallas antes de dormir, crear rutinas de descanso. Todo esto forma parte del tratamiento, aunque nadie te lo diga.
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El apoyo de los suplementos
A veces, con la alimentación y el ejercicio no basta. Y ahí es donde los suplementos naturales juegan un papel importante. No son una excusa para seguir con malos hábitos, pero sí un apoyo eficaz cuando quieres resultados más rápidos y sólidos.
En la farmacia tenemos opciones con eficacia demostrada:
- Levadura roja de arroz, que ayuda a reducir el LDL.
- Omega-3, ideal para regular los triglicéridos y mejorar la salud cardiovascular.
- Fitosteroles, que bloquean parte de la absorción de colesterol en el intestino.
- Alcachofa y cardo mariano, plantas que favorecen la función del hígado y ayudan en la digestión de grasas.
- Bergamota, policosanol o berberina, menos conocidas, pero cada vez más valoradas por sus buenos resultados.
Estas son algunas de las mejores pastillas de herbolario para bajar el colesterol, pero no funcionan por igual para todas las personas. Pídele consejo profesional a tu farmacéutico para encontrar el suplemento más adecuado en tu caso.
Y ¿cuándo hay que recurrir a medicación?
Hay casos en los que ni la mejor alimentación ni el ejercicio ni los suplementos bastan. Entonces el médico puede recetar estatinas u otros fármacos específicos. Funcionan y salvan vidas, pero siempre con seguimiento profesional.
Desde la farmacia, te acompañamos para que se usen bien, sin riesgos, vigilando interacciones y ayudándote a que el tratamiento sea seguro y eficaz. Porque la medicación no es un fracaso: es un recurso más cuando lo necesitas. Si debes dosificar la medicación puedes consultar en nuestra farmacia.
Una hoja de ruta para tres meses
Lo que necesitas es un plan sencillo y realista:
- Primer mes: reorganiza tu alimentación, elimina los excesos y empieza a caminar todos los días.
- Segundo mes: añade un suplemento natural recomendado por tu farmacéutico y cuida tu descanso.
- Tercer mes: repite analítica y confirma con datos que los cambios funcionan.
Pequeños pasos, repetidos cada día. Esa es la fórmula.
En definitiva, lo importante no es lo que comiste en verano. Lo importante es lo que decidas hacer hoy. Y que tu próxima analítica salga con buenos resultados puede ser el mejor regalo que te hagas a ti mismo. Si quieres cambiar tus hábitos de vida consúltanos y te atenderemos